domingo, 5 de septiembre de 2010

CAPÍTULO 12: UNA NOCHE MAGNÍFICA.

- Ha sido una noche magnífica, ¿no crees? –comentó Lana, sonriente, echada en uno de los sofás del salón de casa.

Hacía unos minutos que habían vuelto de estar con el resto de sus amigos. Lana no podía dejar de pensar en Jose. Sin saber muy bien porqué, le parecía un chico fascinante. Además era considerablemente atractivo, al menos para su gusto. Sonrió al recordarle. Tenía una voz tan penetrante y profunda como su mirada. Lana había descubierto que no era capaz de mirar al chaval a los ojos, pues tenía la certeza de que el chico descubriría en ellos todas las dudas y las impresiones que se acumulaban en su corazón acelerado.

- Sí, no ha estado mal –respondió Eli, tumbada en el otro sofá. La chica de oscuros ojos marrones se incorporó y miró inquisitivamente a Lana-. Sobre todo para ti, ¿verdad, Lana?

- No seas idiota, no sé a qué te refieres –contestó Lana sonrojándose por completo y lanzando un cojín a Eli, que lo paró a tiempo.

- Claro que lo sabes, por eso te pones nerviosa y roja como un tomate en cuanto insinúo algo al respecto –aseguró Eli riéndose y señalando a Lana-. ¿Qué te ha parecido Jose? Has estado gran parte de la noche hablando con él. Y era increíble la forma en la que te observaba. Así que, ¿qué te parece?

Lana sonrió pero no sabía qué contestar. En realidad lo que no sabía era si debía decir lo que pensaba. Jose le parecía un chico interesante, algo misterioso, encantador, muy inteligente… Con él se podía hablar de cualquier cosa, como había descubierto aquella misma noche. Estando con él se sentía completamente cómoda y segura. Cada vez que la miraba, el corazón de Lana se aceleraba. Era una sensación extraña. Y, sin embargo, deseaba pasar más y más tiempo con él, intercambiando opiniones, conociéndolo más y más.

Pero le daba miedo todo esto que sentía. Estaba aterrada ante la posibilidad de enamorarse de él. Además, sería un amor en vano puesto que él jamás se fijaría en ella. No merecía a alguien como Lana, sino a otra persona capaz de estar a su altura, capaz de compartir con él todos y cada uno de sus gustos y opiniones, alguien con quien pudiese hablar infinitas horas sin aburrirse. Y Lana tenía la completa seguridad de que ella no era esa persona. A pesar de que apenas conocía a Jose, la muchacha no podía evitar sentirse abatida y triste cuanto más segura estaba de que el chico no era para ella.

- Me cae muy bien. Es un chaval muy agradable y su inteligencia es increíble. Me dejaba boquiabierta con cada palabra que decía esta noche. Me ha sorprendido gratamente. Claro que, al ser amigo de Fabián, no podía ser para menos. Tiene que ser un buen tío.

- ¡Ajá! Así que “un buen tío”, ¿eh? Lana, a ti te gusta –la aludida abrió la boca para replicar, pero Eli la calló con un gesto de su mano, indicando que aún no había terminado de hablar-. Ya sé que llevas mucho tiempo sin estar con nadie, y entiendo que sea muy difícil para ti. Pero debes seguir, Lana. Lo de Dani ya queda muy atrás, formando parte del pasado y de un hermoso recuerdo. Por favor, no te cierres a volver a sentir eso por alguien.

- ¿Puedo hablar ya? –preguntó Lana y Eli asintió, sonriendo-. Bien. En primer lugar, Jose es un chico encantador y, como ya te he dicho hace unos segundos, me cae muy bien. Pero no le conozco lo suficiente y no puede gustarme de la manera que estás pensando. Además, yo no me cierro a nada. Dani ha quedado, como tú dices, muy lejos y ahora soy otra persona. Simplemente no he encontrado a nadie que me haga sentir lo que sentía por Ale… Dani.

Lana se maldijo a sí misma. Alehl. Una vez más. Siempre ahí, en su cabeza loca, dando vueltas por sus pensamientos. Debía olvidarlo de una vez por todas. Si él no había vuelto ya, significaba que no iba a volver. Hacía ya muchos meses que no sabía nada de aquel chico que tanto le había ayudado en sus momentos más bajos, por lo que ya había perdido toda esperanza de volver a verle. La había abandonado. Lana le había perdido, como había perdido a Dani. Y había sido muy duro mantener las formas y hacer como si nada hubiera pasado, porque no podía contarle a nadie que se había enamorado de un ser incorpóreo, que no tenía cabida en aquel mundo. Alehl. ¡Cuánto lo echaba de menos! Pero el no estaba. Ya había sido suficiente. Quizás Eli tenía toda la razón y Lana se estaba cerrando en banda a volver a sentir amor por algún chico. Por eso, tenía que intentar ser feliz. Como fuera. Con quién quiera que fuera que la hiciese sentir cómoda y, simplemente, en paz.

La imagen de Jose volvió a su mente y Lana sonrió, decidida a dejarle abierta la puerta de su corazón, por si acaso.

- Bueno, pues allá tú. Pero puede que estés perdiendo una oportunidad única de conocer a alguien que te llene como debería. Que sepas que te arriesgas a que…

- Vale, vale. Lo reconozco –Elisa la miró sin comprender del todo lo que quería decir Lana-. Jose me ha gustado muchísimo. Pero no sé qué pasará.

- Sólo es cuestión de tiempo –contestó Eli, guiñándole un ojo-. Nada más que por la forma en la que te miraba, te aseguro que sólo hay que dejar pasar el tiempo.

Lana no contestó y se sumió en sus propios pensamientos. Poco después anunció a Eli que se iba a dormir y que ya mañana harían nuevos planes.

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